21 de junio de 2009

ONDAS


Las siento flotando en el ambiente. Me rodean con esa vibración tan especial que sentí en ellas desde niño. Son como volutas del humo de mi cigarrillo. Me encantan. Alguna vez imaginé que eran como diosas etéreas danzando en mi derredor cantando profecías y esperanzas sin límite. Me acompañaron en los momentos tristes y surgieron de mi mente en una calle solitaria a las cuatro de la mañana rumbo a mi buhardilla, bajo una luz verde que venía del cielo.

Han estado ahí siempre que las necesito. Ellas sí que han sido realmente fieles. A diferencia de la Mujer, que por caprichosa y fácil me dio la espalda cuando más la necesité, ellas me siguen a todas partes todo el tempo. Me arrullan y duermen conmigo y saben de mis cosas íntimas más que nadie.Yo las quiero y las acepto como vienen, sin pedirme nada y dándome alegría, ideas, ilusiones y deseos de avanzar, siempre avanzar a pesar de todo.

Por eso, he dicho muchas veces que la gente que consume drogas es tonta. Ellas son, en sí mismas, una droga fascinante que produce a su vez la mejor droga que existe, las endorfinas que segrega mi cerebro al sentir su buena esencia.

La música, sí, y sus ondas vibratorias, su sonido, esa estela que dejan, mucho más suave y fulgente que el mejor perfume. La música es mi verdadera compañera fiel.

Troy