10 de mayo de 2010

UNA CANCION PARA LAS MAMAS....

Hace muchos años la escuché por primera vez. Era una canción que hablaba de un niño y sus sueños, de lo que anhelaba vivir con su madre. Yo ni siquiera era un adolescente y sentí que la voz de Jean Jaques reflejaba la mía. Eramos una familia pobre y nuestro alimento principal eran los sueños de una vida mejor.

Yo amaba a mi madre, pero ella, desengañada de su existencia se había convertido en una persona amargada que solo hablaba del "quehacer de la casa" y del trabajo que nos tocaba a cada uno. Las obligaciones llenaban nuestros días con pesadas cargas y continuos problemas que ella solucionaba a golpes y regaños. Pobre mujer, nunca supo de mis llantos a solas y de la manera como la extrañaba cuando me enviaba a la casa de la dueña del edificio donde vivíamos, a ayudarle en otros "quehaceres"; acostado en el suelo, lágrimas se me escapaban pensando en ella.

Era el destino de la gente extremadamente pobre del centro de la Ciudad de México, en aquellos lejanos años sesenta, sin más consuelos que los que podíamos pescar, ocasionalmente, en una simple pero sentida canción.

Hoy la recuerdo y la tengo aquí. No a mi madre, que partió hace diez años, sino a la canción que me la trae cerca cada vez que la escucho. Supongo que nos hemos perdonado. La traigo a mi mente sin dolor, pero deseando que ahí, donde se encuentre ahora, ya no piense en "quehaceres" ni en barrer y limpiar el piso, sino en aquellas cosas que hacen a los seres humanos realmente grandes y valiosos. Incluso cuando nos despedimos, ella seguía creyendo que eso era lo único que verdaderamente importaba en la vida...

Troy