19 de abril de 2010

Guardado en el cajón, el 14 de abril!!

En el posteo anterior, Antonio y yo posabamos a la foto, pero esto no se acaba, hasta que se acaba.

Seguimos el 14 de abril de 2010





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Y “Dieguito” no fue el único en las fotos pues encontré a dos más de los músicos con los que comparte escenario, salieron a ver el ingenio mexicano para vender hasta caballitos tequileros tatuados con la firma de Joaquín, les besé y teniendo conocimiento de los 2 besos pues no perdí oportunidad, especialmente con uno de ellos quien toca el acordeón y la flauta; sólo que olvidé preguntarles sus nombre pues a lo lejos se formaba como remolino la figura de Pancho Varona por lo cual corrí a su lado a saludarle, expresarle mi admiración y acompañada de grabadora le pedí, que me regalara un saludo para el programa Knecta2 tv, a lo cual me respondió: "lo que pasa es que soy bastante tímido y mejor te regalo besos…" ¡me besó como 4 veces! me dijo que esperaba que me gustara el espectáculo, que se sentían felices de estar en México, país que aman entre muchas cosas por el Tequila.

Posó conmigo a la cámara y como se darán cuenta estabamos alejados ya de la gente pues Panchito se comenzó a sentir acosado, así que regresó de inmediato a esperar al jefazo, que seguramente aún no llegaba, cuando pregunté por él me dijeron que estaba ya dentro, cosa que no creo.

Pero Panchito y Antonio han sido lo más cercano que he estado del Flaco que le dispara directo al corazón a la bruja; además que ellos son virtuosos y les admiro profundamente.

La crónica

Eran las ocho en punto, se acercaba el momento de ocupar la localidad, y luego de pasar las trincheras fincadas por los elementos de seguridad, caminé por el lobby, reconociendo con alegría la puerta dos. Una señora muy amable me condujo entre los asientos y me dijo “en esa silla roja de respaldo negro”, por lo cual no pude mas que dudar más de mi duda sobre mi lugar, al ver la interminable fila con asientos similares.

Mi corazón tomó otro ritmo y comencé a refunfuñar al escuchar los aplausos y chiflidos que los presentes pedían con ansia para que el poeta de la noche enseñara la nariz en el escenario. Pensé, ¿qué les pasa, no saben que Joaquín puede salir a la hora que se le de la gana? ¿Qué no saben que es el maestro? Estaba segura que después de esa noche, ninguno de los que estábamos ahí seríamos los mismos.

Las voces se disolvieron, las luces se apagaron y una oleada de rumor caminó por los pasillos. Los tonos de un acordeón y un daradá abrieron paso. Los gritos inundaron el Auditorio Nacional y las estrofas del primer sencillo de Vinagre y rosas llegaron así, en un vaivén traslúcido que se esparció a lo largo del recinto y más allá de mis oídos.

Las letras de Tiramisú de limón encontraron respuesta en los asistentes y sin reparar en saludos, Joaquín Sabina caminó al centro del escenario con su figura delgada, rematada en su clásico bombín que ha sido motivo de moda para los fieles seguidores. Varios bohemios trasnochadores llevaban ese accesorio que bien podría representar las ideas, las palabras y las imágenes que aparecen como un acto de magia circense, ese que tanto ama el cantautor español, o por lo menos a mi me gusta imaginarle así.

Sabina, al igual que nosotros, sabía que la noche apenas iniciaba, así que Viudita de Cliqcuot encendió el candor y la chispa que le caracteriza, cuando desfiló en su voz rasposa las líneas de con sesenta qué importa la talla de mis Calvin Klein, se tocó la entrepierna y todos respondemos de inmediato.

Es hasta después de la tercera canción, ganas de…, cuando nos saluda diciendo: ¡Buenas noches, cómplice y alegre chilangada…! Comentario que no me molestó, pero sí pensé: “qué pasó, Sabina…”, y tanto mujeres como hombres nos fundimos en gritos, además que Joaquín contó con un coro de diez mil personas en todas sus canciones.

Después de casi dos años de su más reciente gira por nuestro país, acompañado entonces de Joan Manuel Serrat en Dos pájaros de un tiro, le vi regresar alegre al Distrito Federal.

Canturreó aquello de “Y volver, volver, volver”, para luego presentar a su inseparable compañero Super Panchito Varona, quien vestía un atuendo Ferraro negro, y de estoque un sombrero que hacía remembranza al personaje que le disparó a la Rubia Platino.
Me gustó verle sin bastón, se ve ligero y tratando de perservar lo inadaptado, nos compartió: “ayer fue una noche de bastantes rosas, hoy hay un poco de vinagre, porque el noble Moctezuma se está brindando de mi barriga”, todos reímos, conocedores del significado de la frase.


Uno rumia la misma canción del poeta borracho y su musa,
Del teclado mellado del acordeón, del pecado mortal sin excusa,
Uno canta siempre la misma canción, otra noche en el bar de la esquina.
Cerca de la estación donde duerme el vagón, cuando el tiempo avanza rutina.
Uno rumia siempre la misma canción como un perro ladrando a la luna,
Con la misma trompeta y el mismo trombón de mariachi que no hizo fortuna
Uno canta siempre la misma canción, con aroma de antiguos corridos,
Luego llega la hora de bajarse el telón de mi México Lindo y Querido.

Joaquín nos subió en ese mismo vagón donde continuó con ese camino que despertó mi alegría y algunas veces sume en la más profunda melancolía.
Este segundo posteo también es para mis amigos y lectores Sabineros.
A ISABEL porque le gusta Sabina y ser linda.
A TROY porque disfruta de "no soporto el rap"
A LA RATA por Sabinero y Talenstoso.
A PABLITO porque es igual que yo de obsesivo por el flaco.
A FERNANDO por ser mi amigo, ayudarme y dibujarme una Bruja Sabina
A URQUIDI por ser mi editor y pelear por ser el más importante de la lista.