14 de diciembre de 2009

Ataque a Berlusconi genera introspección en Italia. El atacante podría estar loco.

El primer ministro italiano fue agredido durante un acto en la ciudad de Milán, cuando saludaba a sus seguidores desde el palco. Un hombre logró superar la vigilancia y agredir a Il Cavalliere, que terminó con sangre en la boca
Cuando Silvio Berlusconi saludaba a los manifestantes que se habían acercado a la Plaza Domo, en Milan, no aguardaba que entre el público hubiera un "infiltrado". Se trata de un hombre que apareció entre la multitud y logró superar a la vigilancia del primer ministro.

De esa forma, logró alcanzar el rostro de Berlusconi con un puñetazo que le dejó la boca sangrando. Los custodios del primer ministro alcanzaron a llevarlo hacia su auto, donde lo resguardararon hasta que Il Cavalliere se estabilizara.

Mientras tanto, agentes de policía lograron detener al agresor que seguía camuflado entre la multitud, y sacarlo de ahí, cuando algunos partidarios de Berlusconi intentaban agredirlo.

Se trata de Massimo Tartaglia de 42 años, hijo de un pequeño empresario de Milán. Ayer, mientras el primer ministro italiano se retiraba de un acto en esa ciudad, el agresor le tiró en la cara un pesado souvenir que llevaba en su bolsillo. A raíz del golpe, "Il Cavaliere" sufrió la rotura del tabique nasal y la baja de varios dientes.
El agresor es un hombre de 42 años, Massimo Tartaglia, que fue arrestado inmediatamente por la policía. Tartaglia, que sufre desde hace años problemas mentales, lanzó un souvenir -una estatuilla de plástico y yeso en miniatura de la catedral de Milán- que impactó en la boca del primer ministro. Al ser detenido, dijo: "Yo no soy nadie".
Su padre, Alessandro, un pequeño empresario de la periferia milanesa, contó que la familia vota al Partido Democrático, y achacó la deplorable acción de su hijo a "la crispación política que vive el país".
El agresor portaba en el bolsillo un spray urticante a la pimienta y otro souvenir. El fiscal le acusó de "lesiones agravadas contra funcionario público" y de actuar "con premeditación".

Eran las seis y media de la tarde, el mitin del Pueblo de la Libertad había terminado unos minutos antes, y Berlusconi saludaba y firmaba autógrafos a sus seguidores y estaba a punto de subirse al coche oficial para abandonar la plaza.

En ese momento, Tartaglia, pelo corto, anorak gris, mirada perdida, lanzó contra el primer ministro, de 73 años, un objeto contundente desde una distancia de tres o cuatro metros.

La impresionante imagen del magnate y político, con la cara ensangrentada y la expresión entre atónita y furiosa, dio rápidamente la vuelta al mundo mientras Berlusconi era trasladado en ambulancia a las urgencias del hospital San Raffaele.

Los médicos apreciaron diversas heridas: rotura parcial del hueso nasal, laceración interna y externa en los labios, pérdida de sangre, dos dientes afectados, uno de ellos roto, y algún corte. El cirujano que le dio algunos puntos de sutura declaró que encontró al primer ministro "molesto y abatido".

En un primer momento, cundía la confusión y algunas versiones hablaban de un objeto contundente que habría sido lanzado contra el rostro de Berlusconi. Sin embargo, posteriormente se confirmó que había sido un golpe de puño.

Berlusconi tenía un sangrado persistente en su labio, por lo que debió ser trasladado al Hospital San Rafael, aunque antes de partir volvió a saludar a sus seguidores.

Es la segunda vez que el magnate de Brianza (Milán) es agredido en la calle.
En 2004, en la plaza Navona de Roma, un obrero le lanzó el trípode de su cámara de fotos y le alcanzó en el cuello, sin causarle heridas graves.

Al salir de urgencias para pasar a la habitación, Berlusconi achacó el ataque a "una campaña de odio" contra él. "Es el fruto", explicó, "de los que han querido sembrar cizaña. Casi me lo esperaba. Todos deben entender que no se puede ultrajar a un primer ministro. Eso es defender las instituciones".

Su portavoz, Paolo Bonaiuti, reveló que, antes del mitin, Berlusconi había presentido una agresión contra él. Su amigo Emilio Fede contó que le dijo que había salvado el ojo "de milagro".

El 14 de octubre, los servicios secretos habían alertado de que el riesgo de que Berlusconi sufriera un asalto como el de ayer, obra de "exaltados o mitómanos aislados, en actos públicos", era muy alto.

El dispositivo de protección se había ampliado a dos anillos de seguridad, uno cercano, de cuatro personas, y otro más alejado, formado por seis guardias.

Tras detener al agresor, la policía le interrogó durante tres horas con la asistencia de su psicóloga. Tartaglia lleva diez años recibiendo tratamiento psiquiátrico en el hospital Policlínico de Milán, pero no trascendió qué perturbación sufre.

Su padre, Alessandro, contó que el detenido trabaja con él en la empresa familiar y es "inestable psicológicamente, aunque nunca había pegado a nadie".

Los Tartaglia residen en la periferia industrial de Milán. Los vecinos dijeron que no recuerdan haber asistido a episodios de violencia del agresor, salvo algunos raptos de cólera y gritos en casa.



Yami